Prensa y publicaciones | La Pirámide de Alimentación cambia sus ejes por balance energético, equilibrio emocional, ejercicio y comidas saludables
Los cuatro nuevos ejes fundamentales de la Pirámide de la Alimentación son el balance energético, la búsqueda del equilibrio emocional, la práctica de actividad física diaria y la práctica de técnicas culinarias más saludables, según el presidente del Comité Científico de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC) y vicepresidente de la Academia Española de Nutrición y de la Real Academia de Medicina (RANM) del País Vasco, Javier Aranceta. Así lo ha puesto de manifiesto el experto en una sesión científica de la RANM con la colaboración de Coca-Cola, en la que ha señalado que «a lo largo de los últimos 25 años la Pirámide de la Alimentación ha tenido tres revisiones para adaptarse tanto a la evidencia científica como a los cambios en los distintos grupos de población».
En este sentido, ha explicado que la elección de los alimentos es, sin duda, una «materia compleja» en la que entran a formar parte varios aspectos, tanto biológicos, como pulsiones instintivas, palatabilidad, nivel de educación sanitaria, comodidad e incluso la capacitación culinaria de cada persona.
En la nueva revisión de la Pirámide, la SENC incluye conceptos como sostenibilidad, convivialidad o alimentación confortable, variada, moderada y equilibrada en el marco de unos estilos de vida saludables. Además, ha indicado Aranceta, «se ha insistido en la promoción de frutas, verduras y hortalizas de temporada en la dieta diaria».
MÁS FRUTOS SECOS SIN SAL Y LÁCTEOS BAJOS EN GRASA
Asimismo, se ha hecho hincapié en reforzar la presencia de legumbres, cereales de grano entero, frutos secos sin sal, aceite de oliva virgen extra, pescados de temporada, lácteos bajos en grasa y carnes magras, «además de contar con un perfil de hidratación suficiente y adecuado».
Por otro lado, el director del laboratorio de Nutrición y Genómica del USDA-Human Nutrition Research Center on Aging de la Universidad de Tufts, José María Ordovás, ha subrayado que «no ha sido hasta el siglo pasado cuando instituciones médicas y científicas, así como los gobiernos han decidido crear guías dietéticas para informar a la población de las pautas alimentarias más adecuadas, que han ido variando con el avance de la ciencia».
A este respecto, el especialista ha indicado que se ha incrementado el número de enfermedades crónicas derivadas de una mala nutrición, algo que, unido al hecho de que cada persona responde de forma diferente a los alimentos consumidos, «pone de manifiesto que esta variabilidad se encuentra en el genoma, y que su estudio nos proporcionará la posibilidad de predecir el riesgo de enfermedad».
Finalmente, Ordovás ha confiado en que «el uso de la nutrigenética sea capaz de poner orden en el caos sobre qué alimentos son más o menos buenos para la salud», puesto que se dispondrá de una base científica con la que «poder identificar qué alimentos y pautas son idóneos para cada individuo».
lainformacion.com
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