Mi hijo o hija come poco, ¿qué hago?

¿Debemos obligar a nuestros hijos e hijas a comer? ¿Es mejor distraerles para que coman? ¿Les sobornamos con promesas y regalos? ¿Les dejamos a su aire y que coman cuándo y lo que quieran? Estas son algunas de las preguntas que madres y padres se pueden realizar cuando los más pequeños y las más pequeñas de casa se niegan a comer, sobre todo cuando se comienza a introducir alimentación sólida y no necesitan ingerir tanta cantidad como en los primeros meses de vida.

La premisa principal para cualquier ser humano es alimentarse de forma sana y equilibrada y eso mismo es lo que debemos trasladar a los niños y las niñas; pero no siempre es tarea fácil. Tanto si es por una enfermedad de base o a causa de un rechazo alimentario selectivo, el problema hay que atajarlo de raíz.
Sin embargo, muchas veces son los propios padres y las propias madres los que cometen errores a la hora de intentar conseguir que el niño poco comedor coma algo más. Los expertos hablan sobre todo de chantaje, distracción a través de la televisión o el móvil, persuasión, amenazas, comer a la fuerza, a la carta o entre comidas.
Aunque los niños han de comer de todo, es importante introducirle nuevos alimentos de forma progresiva y atractiva, nunca obligarlos. Si el niño se niega a probar un determinado alimento repetidas veces, siempre se puede buscar alimentos alternativos que ofrezcan los mismos nutrientes. En este sentido, influyen los hábitos culturales y, sobre todo, las preferencias alimentarias de los padres. Estos patrones de selección de los alimentos se desarrollan en las fases iniciales de la vida, de ahí la importancia de que el niño coma en la mesa y vaya conociendo dichos alimentos.
En definitiva, lo que debemos conseguir es que la comida se convierta en un momento agradable, en el que además de alimentarnos adecuadamente, podamos disfrutar de un momento de reunión familiar.